El sol entraba a raudales por la ventana.
La novedad principal, es que podía moverme. No había correas. Disfruté del que pequeño detalle estirándome y girando hasta quedar tumbado de costado.
Me sentía descansado y cómodo, y eso que el día anterior me había fugado de un manicomio, asesinado a tres personas, y aún me había sobrado tiempo para seducir y echar un par de polvos con una chica.
No había perdido facultades.
Sonreí.
Volví a girar, y entonces la ví.
Las curvas de su cuerpo parecían haber sido esculpidas en perfecta armonía, su melena castaña caía en cascada sobre sus pechos, y su rostro, la imágen misma de la paz y la tranquilidad, esbozaba una sonrisa serena. Era un ángel.
Estiré mi mano con intención de acariciarla, pero antes de que mis dedos rozaran su piel, la imágen cambió; las curvas se estrecharon, el cabello se volvió rubio y más corto y su rostro se tornó al de la belleza fingida de Katy.
Katy.
Me levante y me puse los pantalones mientras maldecía.
Dejé a la muchacha dormida y bajé a la cocina. Hubo algo que llamó mi atención, dos botellas de whisky y coñac que parecían totalmente fuera de lugar en aquella cocina cursi.
Me disponía a abrir la nevera cuando alguien comenzó a llamar a la puerta desesperadamente.
Me dirigí a ella y observé por la mirilla. Había un hombre joven de pelo castaño.
¿De qué me sonaba?
Ah, si... el hermano de Katy. el camarero de Tony's n' Clad.
Esto iba a ser divertido.
Abrí la puerta y le sonreí.
Él se quedó pasmado e incluso se quitó las gafas de sol que llevaba, como esperando que fuese algún tipo de alucinación.
- ¿Qué coño haces aqui?- me espetó.
¿Que qué hacia? Allí estaba yo, plantado en mitad del salón, sin camisa, con el botón de los vaqueros desabrochado y con el pelo revuelto ¿ Acaso quería que se lo dibujara?
Yo abrí los brazos y me encogí de hombros proclamando la respuesta como obvia y esbozando la más inocente de mis sonrisas.
- Quiero decir, ¿ Cómo has conseguído esta dirección?
- Al final pensé que tenías razón y que lo de la sorpresa no era buena idea, así que la llame y ella misma me la dió.
El se rascó la cabeza con gesto nervioso.
- ¿Y dónde está ella?
- Se está vistiendo, debe de estar al bajar.
El hiso una mueca de desagrado, pero si le hubiese dicho que seguía durmiendo se habría empeñado en despertarla, y eso me robaría tiempo.
- Vamos, pasa- le dije- Estaba a punto de hacer café.
El me siguió y se sentó a la mesa en la cocina mientras me miraba con el ceño fruncido.
- Oye ¿ Te encuentras bien?- le pregunté.
- Tengo que hablar con Katy- dijo mientras se pasaba una mano por el pelo- Anoche alguien asesinó a nuestra tía.
El se tapó la cara con ambas manos y aproveché para coger un cuchillo simple y esconderlo tras el antebrazo.
Cuando él volvió a mirarme me acerqué al chico.
- Lo siento mucho- dije.
- Pero ¿Sabes que es lo más curioso?- me miró con dureza- La policía ha dicho que anoche se escapó un psicópata del centro donde trabaja Katy.
Comenzó a levantarse para hacerme cara y alzó su puño con intención de golpearme.
Me agaché y le clavé el cuchillo tres veces en un costado, justo sobre el hígado.
Se sujetó la herida con ambas manos, me miró con miedo y yo le respondí sonriendole.
Intentó gritar, pero antes de que pudiese articular palabra, le rebané el cuello.
- No queremos que Katy despierte ¿Verdad?
El muchacho se desplomó, pero lo sujeté antes de que golpease el suelo.
Cargé el cuerpo hasta la alacena de debajo de las escaleras y lo escondí dentro cerrando la puerta.
Volví a la cocina, por suerte apenas se había manchado nada.
Me encontraba limpiandome el resto de la sangre de las manos, cuando me dí cuenta de que Katy estaba en el vano de la puerta, vestida con un traje rosa corto. Tenía los ojos muy abiertos y me miraba las manos.
- ¿Qué ha pasado?- preguntó recelosa.
- Intentaba preparar el desayuno, pero me he cortado.
Katy se acercó a mi, tomó un paño y comenzó a limpiar la sangre de mis dedos con cuidado.
Aquel iba a ser un bello recuerdo, una chica limpiándome con ternura la sangre de su hermano.
Pero a medida que la sangre iba desapareciendo y no había rastro de herida, su expresión se fue tornando de dulce a la máscara de un miedo intenso.
- Esta sangre no es tuya- murmuró.
Yo me mire las manos con gesto distraido.
- Ah. No
- ¿Qué has hecho?
Yo le sonreí, le sujeté la cara con ambas manos y la besé en los labios.
- Todo esta bien, Amie. Todo esta bien.
- No...no me llamo Amie.
La miré, no, no era ella.
- ¿Y dónde está mi Amie?
Retrocedió, alejándose de mi, pero yo la seguí.
- No se de qué me hablas- bramó.
Entonces se apoderó de mi la furia que tan bien conocía, y que incluso a mi me aterrorizaba.
Me acerqué a Katy y la tomé por el cuello.
- Cariño- dije mientras la arrastraba a la alacena- creo que es hora de que empezemos a salir con otra gente.
Ella intentaba resistirse, propinando patadas al aire y gritando.
cuando llegé, abrí la pequeña puerta.
- Por cierto, no tengo hermanos. Y mi padre me adoraba...
Y la empujé al interior.
Entonces sus gritos se hicieron ensordecedores.
Debía haber visto los resto de su hermano.
Subí al cuarto de la chica y me puse la camisa negra.
Bien. ¿Y ahora?
Volví a la cocina y cogí las dos botellas de whisky y coñac y las esparcí por las escaleras, prestando especial atención a la puerta de la alacena. Por último, tomé un trago y lo retuve en la boca.
El mechero y los cigarrillos de Bobby seguian en mis bolsillos.
Cogí el mechero, lo encendí, y expulsé el acohol de mi boca en direción a la llama.
La llamarada que se creó voló hacía la puerta que comenzó a arder.
La muchacha chillaba, bramaba y vociferaba.
Saqué un cigarrillo y lo prendí acercandolo a las llamas de la puerta y me lo llevé a la boca
"ciento ochenta y cinco grados...quemando la casa...."
Canturreé entre dientes.
Salí por la puerta trasera.
Salté la valla.
Y cuando ya había perdido de vista la casa, aún seguía oyendo los gritos de Katy.
Le felicito... porque todos hemos probado, de una manera o de otra, lo que es estar atado a una cama.
ResponderEliminar