Los alaridos agonizantes volvieron a despertarme, y como siempre, tardé varios segundos en darme cuenta de que era yo mismo quien gritaba.
Respire profundamente hasta conseguir tranquilizarme y dejé que el fuego que recorria mi cuerpo menguase hasta volver a sumirme en aquel estado catatónico.
En mi cabeza pululaban las miles de imágenes de sonrisas de gente feliz e íntegra.
Y mi corazón no cesaba de hacerse las mismas preguntas que de costumbre.
¿Por qué estoy aqui?
Padre de los demás, que estás en los cielos.
Supongo que estoy aquí porque no fui lo suficientemente rápido o lo bastante agil. El resto del mundo dirá que estoy aquí porque me lo merezco.
Santificado sea tu nombre, vaya a ellos tu reino.
La única y verdadera razón por la cual estoy aquí, es porque no me he propuesto lo contrario...hasta ahora.
Ya les he dejado suficiente tiempo para creer que pueden retenerme, para que se confien, para que me tomen por un hombre cualquiera.
Hagase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo.
Las correas me sujetan las muñecas, los tobillos y la cintura, pero Katy, la enfermera del turno de noche, las ha dejado algo más sueltas que de costumbre; sinceramente, creo que le gusto. Llegé a esa conclusión el día que durante el aseo, se entretuvo más de lo necesario en mis atributos masculinos, o la vez en que con la excusa de mullir mi almohada, posó sus pechos sobre mi cara durante largo rato.
Mujeres; ven una cara bonita y ya creen que no les harás daño. Si ella supiera... quizás le haga una visita ahora que voy a salir.
Perdona sus ofensas, y yo castigaré a los que me ofenden.
Dislocarse las muñecas, nunca ha sido mi pasatiempos favorito. Pero tampoco lo es pasarme el día contando las baldosas del techo.
Primero el crugir de huesos y seguidamente el dolor lacerante. Dicen que te acostumbras al dolor.
Que bella e ingeniosa mentira. Jamás nos acostumbramos a él, nos familiarizamos; lo conocemos y lo doblegamos. Ahogo el grito de dolor y poco a poco saco la mano de la correa. Una vez fuera debo recolocar los huesos en su sitio y uso mi cuello como soporte.
Crack crack.
No los dejes caer, por favor, no, no los dejes caer en la tentación.
El resto de las correas practicamente caen solas.
La ventana esta bastante alta, pero la distancia hasta el árbol de enfrente es bastante facil.
Me encaramo al alfeizar de la ventana y sólo miro hacia atras para dedicarle una sonrisa triunfal a la camara de seguridad que deberia vigilar todos mis movimientos.
Salto. La noche es mia. y Katy lo será en breve.
Y libralos de mi...
OH DIOS MÍO
ResponderEliminarSÍGUELO
Síguelo ya, por dios!!!! xD!
Tengo que leerlo, esto engacha más que las gominolas, está super genialoso!!!!
GOD, GOD, no puedo destacar nada, porque básicamente TODO está GENIAL, así k ya sabes ò.ó!